Quizá no exista película más decisiva en el cine sobre asesinos seriales que Psicosis (Psycho), el clásico de 1960 dirigido por Alfred Hitchcock. Desde los giros de trama a las pistas sutiles, hasta llegar a la revelación del asesino y de su perturbada psique, Hitchcock y Anthony Perkins definirían los cánones de esta clase de personajes en pantalla.
Dada la naturaleza de estas historias, las películas de asesinos seriales tienen cruces inevitables con el cine de terror, y sobre todo con el subgénero slasher. Excluyendo al tradición del giallo italiano, uno de los exponentes fundamentales y tempranos del slasher como lo conocemos hoy es La masacre de Texas de Tobe Hooper, una historia donde el énfasis está en la brutalidad en pantalla que en desentrañar un misterio o ahondar en la psique del asesino.
Del mismo modo, las películas de asesinos seriales se han mezclado con otros elementos que generan tensión, como las historias de supervivencia. Tal es el caso de Sangre fría (Cold Meat), un thriller canadiense donde la presencia del homicida se acentúa por una nevada inclemente y el aislamiento de las víctimas en la naturaleza.
Las películas de asesinos seriales pueden ser un entretenimiento hasta cierto punto "convencional" cuando se trata de historias ficticias, pero toman un giro siniestro cuando se basan en hechos. Y en la realidad, hay pocos homocidas más infames en la historia que Ted Bundy. En esta película, Zac Efron logra brindar una interpretación sincera y escalofriante en la que se invierten los roles: sabemos qué es lo que sucede, y vemos la fachada de Bundy desmoronarse poco a poco.
Las películas de los años 80 centradas en misterios y desapariciones, como Cuenta conmigo, tienen un aura cautivadora. Verano del 84 es una película de asesinos seriales que intenta, con éxito, emular este espíritu. Como el título sugiere, se sitúa en medio de la década de los 80, y sigue a un grupo de amigos que sospechan que su vecino podría ser un criminal. Una joya no tan vista dentro de esta clase de cine.