Incluso en una filmografía nutrida de paradojas temporales, narrativas fragmentadas, inmersiones mentales y complejas secuencias bélicas, Memento se mantiene como una de las mejores – si no es que la mejor – película de Christopher Nolan. El director y guionista logra que un thriller, convencional incluso con la originalidad de su argumento sobre un vengativo hombre amnésico (Guy Pearce), se convierta en un relato mucho más fascinante a través de su estructura, misma que logra situarnos como espectadores en la peculiar situación mental del protagonista. No sólo es en extremo entretenida, sino que es un gran ejercicio sobre el rol que juegan los recuerdos en la creación de la identidad propia – o en la maleabilidad de la misma –.
El brutalista (The Brutalist) es un drama del director Brady Corbet (Vox Lux), que toca temas como la experiencia migrante y el precio del poder. La trama sigue a László Tóth (Adrien Brody), un judío húngaro y visionario arquitecto que, luego de sobrevivir al Holocausto, emigra a los Estados Unidos, donde busca reconstruir su vida desde cero y reencontrarse con su esposa (Felicity Jones). Sin embargo, su vida es transformada por un empresario sin escrúpulos (Guy Pearce), que reconoce su talento para la arquitectura. Aún con algunas controversias sobre su utilización de la inteligencia artificial, se trata de una película majestuosa por sus increíbles actuaciones y maravillosas imágenes en formato VistaVision. Su duración también es monumental, con un metraje de casi cuatro horas, pero que rescata los tradicionales intermedios para dar un respiro.