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Crítica de 'Rápidos y Furiosos 10': Poetic Cinema
‘Rápidos y furiosos 10’ lleva a la aclamada saga de Dom Toretto (Vin Diesel) y compañía a nuevos niveles de poesía visual
Lalo Ortega | 17/05/2023 a las 11:00 - Actualizado el: 24/05/2023 a las 15:40
Hubo una época en que, antes de obtener control sobre la saga como productor, Vin Diesel se resistió a continuar la primera Rápido y furioso. “Si vas a hacer una secuela, hazla como Francis Ford Coppola, como los grandes de la literatura”, dijo entonces (según él) a los ejecutivos del estudio. “Pero eso no es lo que estaban haciendo. Estaban capitalizando la marca y exprimiendo su éxito tanto como pudieran”. Hoy, henos aquí con Rápidos y furiosos 10 (Fast X), que llega a salas de cine este 17 de mayo de 2023.
Una digna décima entrega que continúa el legado de la saga, una 3" target="_blank" rel="noreferrer noopener">épica tolkieniana sobre el poder de la fe, la voluntad, la familia, el nitro y una buena suspensión de cara a la venganza y la maldad. Un logro innegable del arte cinematográfico mundial que prepara la culminación de uno de los hitos audiovisuales más importantes para la humanidad.
El décimo episodio en la saga apoteósica de Dominic Toretto (Diesel) y compañía es el culmen de una forma artística refinada a lo largo de dos décadas, y una portentosa demostración de la poesía cinematográfica que Hollywood es capaz de producir.

Rápidos y furiosos X: Epopeya de familias
Es la poesía, por ejemplo, de un tema que recurre una y otra vez a lo largo de una larga epopeya (como una “rima”, diría George Lucas, honorable padre del blockbuster industrial). La historia se repite una vez más en Rápidos y furiosos 10 ahora que Toretto, aquejado por las culpas paternas y por su propio Caín vengativo (John Cena) en el episodio pasado, siente el miedo de perder a un hijo, el pequeño Brian (Leo Abelo Perry).
El lirismo de su guión trae el pasado de vuelta para enfrentar a Toretto con otra familia destruida por sus actos. Ahora se trata de un hijo en busca de retribución: Dante Reyes (Jason Momoa), un asesino decidido a destruir todo lo que Toretto ama en venganza por su padre, el igualmente violento Hernan Reyes, villano del quinto capítulo de la saga. Un Isaac psicópata, sacrificado al Dios del crimen y el dinero, pero igual dispuesto a vengar a su Abraham.
La historia de familia contra familia, que la épica saga de Rápidos y furiosos nos ha narrado una y otra vez, encuentra su verso más enardecido con la amenaza de Dante, quien desata el infierno en Roma. Toretto, con su valentía prodigiosa, logra evitar una catástrofe, pero es separado de su equipo y todos son culpados por el incidente.

La familia, ahora rota, debe huir de la justicia y de los largos tentáculos de Dante. Una vez más, emprendemos un profundo viaje por grandes ciudades del mundo, como Londres y Río de Janeiro. El director Louis Leterrier hace alarde de su dominio sobre el tiempo fílmico y lo doblega a voluntad.
Personajes aparecen en puntos opuestos del planeta de una escena a otra, interrumpidos sólo por clips que ensalzan la apabullante belleza de la vida nocturna de las urbes y, sobre todas las cosas, de las figuras de mujeres anónimas. Para Leterrier, el montaje y la forma fílmica son maleables, como han demostrado los maestros del pasado. El tiempo se somete ante el deseo de una familia que lucha por estar unida, sin importar el espacio inabarcable que los separa. Bajo el mandato del cine industrial, todo actor en el póster ha de tener su momento para brillar, con o sin un verdadero propósito narrativo.
En Rápidos y furiosos 10, tal es el dominio de Leterrier sobre su arte, que logra extraer la ambigüedad más profunda y conmovedora del rostro inescrutable de Vin Diesel. ¿Acaso siente ternura por su jovencísima excuñada (Daniela Melchior) o la está seduciendo? Que la música nos lo diga: ante su masculinidad abrumadora, ambas son posibles a la vez.

Porque Rápidos y furiosos 10 consolida a Toretto como, quizá, uno de los personajes más espirituales que nos ha brindado Hollywood con una de sus mayores obras maestras del siglo XXI, un héroe sinónimo con la poesía de su propia saga. “No entiendo cómo un hombre que nació tan rico puede andar un camino tan pobre”, proclama en otro de sus aforismos para la posteridad, antes de declarar: “un hombre que no tiene familia, no tiene nada”. Revelaciones para el alma.
Un héroe que ha consolidado sus proezas más épicas a bordo de su mítico Dodge Charger RT 1970. Una máquina cuyo carácter indestructible lo ha convertido en el símbolo por excelencia de Rápidos y furiosos. Un espíritu indomable que, como el del arte, lo doblega todo: la física, la lógica y el tiempo, para edificar una identidad tan paradójica que, a pesar de ser consciente de su absurdidad, es capaz de tomarse a sí misma demasiado en serio.
Checa el tráiler de Rápidos y furiosos 10:

Lalo Ortega es crítico de cine. Ha escrito para publicaciones como EMPIRE en español, Cine PREMIERE, La Estatuilla y más. Actualmente es editor en jefe de Filmelier.

Lalo Ortega es crítico de cine. Ha escrito para publicaciones como EMPIRE en español, Cine PREMIERE, La Estatuilla y más. Actualmente es editor en jefe de Filmelier.
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