Crítica de ‘El club de los vándalos’: esto no es ‘Easy Rider’ Crítica de ‘El club de los vándalos’: esto no es ‘Easy Rider’

Crítica de ‘El club de los vándalos’: esto no es ‘Easy Rider’

‘El club de los vándalos’ (‘The Bikeriders’) brinda un vistazo entretenido, pero superficial, a la vida de los motociclistas de los 60. Checa la crítica.

Lalo Ortega   |  
19 junio, 2024 2:30 PM
- Actualizado 27 junio, 2024 4:12 PM

Para bien y para mal, los motociclistas –o moteros– se han convertido en símbolo y caricatura de la contracultura de los años 60. Las escenas de Easy Rider: busco mi destino, al son de la oda a la libertad motorizada de Steppenwolf, fueron íconos tan trascendentes de su momento histórico que, inevitablemente, fueron prostituidas y desvirtuadas por la cultura popular y la publicidad, que ahora vende Harley Davidson a los jubilados de la clase media conformista con el dinero para pagar una. El sueño contracultural se extinguió hace bastante tiempo. ¿Qué de novedoso puede decir al respecto una película como El club de los vándalos (The Bikeriders)?

La respuesta, sin gran sorpresa, es un sencillo: “no mucho”. La película –que llega a salas de cine mexicanas este 20 de junio, luego de prolongados retrasos por la huelga de actores en Hollywood– nació del deseo del director, Jeff Nichols (El matrimonio Loving) de hacer “una película de motociclistas”. Su inspiración vino del libro de fotografías y entrevistas The Bikeriders de Danny Lyon, publicado en 1968 y considerado uno de los grandes trabajos documentales de su época.

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El propio Lyon es ficcionado en El club de los vándalos, interpretado por Mike Faist (Desafiantes). Pero él no es el protagonista: el periodista funge como un ortodoxo dispositivo narrativo para insertar a los tres personajes en los que se enfoca la historia.

El club de los vándalos es motociclistas “a la Scorsese”

Situada en Chicago a lo largo de la década de los 60, la narrativa de El club de los vándalos va y viene en el tiempo, saltando entre acontecimientos e hilando la fundación, crecimiento y decadencia del club homónimo. El inicio de la película, con un estallido de violencia, ya augura el desenlace: un joven motociclista, Benny (Austin Butler de Elvis, usando todas sus fuerzas para hacer un James Dean), es atacado en un bar por portar la chamarra de su club, quienes para entonces no son muy bien vistos.

Sin embargo, la historia no será contada únicamente desde su óptica. En el proceso de crear su libro, el Lyon ficticio fotografía y entrevista a varias personas relacionadas al club. La principal de todas ellas es Kathy (Jodie Comer, El último duelo). Su testimonio se convierte en la voz en off que nos guía entre flashbacks y flashforwards desde su perspectiva. La vemos conocer a Benny, enamorarse de él y, ante todo, competir por su atención contra su motocicleta y su confiable socio, Johnny (Tom Hardy, Mad Max: Furia en el camino), el fundador y líder del club.

El club de los vándalos (The Bikeriders)
Jodie Comer es uno de los mejores elementos de El club de los vándalos (Crédito: Universal Pictures)

Alrededor de ellos, y con un elenco coral que también incluye nombres como Michael Shannon, Norman Reedus y Karl Glusman, El club de los vándalos construye su comunidad de motociclistas enamorados de la carretera. En varios momentos, Nichols incluso emula los retratos creados por Lyon para su libro: estos son tipos con parejas, hijos y sueños que, sin embargo, están dispuestos a claudicar en nombre de la fraternidad del club, ya sea para ir a pasear o romperle la cara a un tipo.

El guión, también escrito por Nichols, no profundiza mucho más en el estilo de vida de su club de motociclistas. Se percibe, incluso, un cierto aire nostálgico e idealista: ese honor y lealtad tácitos han de pesar más que cualquier ley o relación romántica (lo que trae, de hecho, la tensión entre los tres personajes principales, clave para la narrativa).

“Es este asunto extraño en el que no quiero sólo glorificar [la cultura de los motociclistas], pero al mismo tiempo, hay algo tan glorioso sobre lo que hacen, tan bello y libre”, decía Nichols en una entrevista de 2018, cuando El club de los vándalos era apenas una idea rondando en su cabeza.

Pero, queriendo o no, sí glorifica a sus personajes, los reduce al mismo cliché inmortalizado por Easy Rider. Si hubiera que adivinar su principal referente estilístico, llegaríamos a Buenos muchachos (Goodfellas) de Martin Scorsese casi de forma inevitable. Casi podríamos oír a los personajes parafraseando su icónica frase inicial…

“Desde que puedo recordar, siempre quise ser un motociclista”

Volviendo a la pregunta de qué más puede añadir El club de los vándalos al tema de los motociclistas de los 60: si la respuesta sigue siendo que “no mucho”, tampoco significa que sea una mala película.

Argumentos sobran, y Nichols ofrece una obra que en todo momento es, cuando menos, entretenida. Incluso con Butler como uno de sus eslabones más débiles, hay otros elementos que lo compensan: Jodie Comer es sensacional (como siempre), Tom Hardy es fascinantemente extraño con su acento, la fotografía naturalista de Adam Stone es cuidada y eficiente, pero tan bella como sucia y áspera cuando se necesita.

El club de los vándalos (The Bikeriders)
En sí misma, El club de los vándalos es un buen relato sobre poder y corrupción (Crédito: Universal Pictures)

Y es, a final de cuentas, un relato sobre idealismos que son corrompidos por la avaricia, el ego y el poder. Una crónica de un humilde club de tipos que sólo aman las motocicletas, y cuya gran tragedia fue sucumbir al cambio de los tiempos, más violentos y más masculinos.

Lo que mantendrá a El club de los vándalos con los pies en la tierra, lejos del firmamento del gran cine estadounidense, es su idealización casi aferrada a un status quo extinto, lejano, prácticamente agotado en su autoparodia. Es el gran mal del cine contemporáneo y “retrotópico”, que mira hacia atrás con ambos pies plantados en una nostalgia por un tiempo que no fue vivido, sino descubierto en su versión distorsionada por otros intereses y cristalizada en el canon por la cultura popular.

Una hija de Easy Rider, a final de cuentas. Quizás era el propio Nichols quien siempre quiso ser un motociclista.

El club de los vándalos llega a la cartelera mexicana el 20 de junio. Compra tus boletos para verla en cines.