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Crítica de 'Megalodón 2': más no siempre es mejor
En ‘Megalodón 2’, la diversión de su predecesora se diluye por un guión inflado y un protagonismo exagerado de Jason Statham. Checa la crítica.
Lalo Ortega | 02/08/2023 a las 18:04 - Actualizado el: 09/08/2023 a las 17:44
En la era del espectáculo cinematográfico excesivo, bajo el reinado de las megafranquicias interconectadas, la única respuesta lógica de los grandes estudios ha sido, como diría cierto clásico de Spielberg: “vamos a necesitar un barco más grande”. O, mejor dicho, un tiburón más grande. En su momento, Megalodón tomó la calculada tensión narrativa de Tiburón y le añadió más: más acción, más humor, más tiburones, más grandes.
Funcionó, como una azucarada y cremosa cobertura de chocolate con chispas para un pastel que ya era suficientemente bueno. Sin embargo, llegó la inevitable secuela. Megalodón 2: El gran abismo (Meg 2: The Trench) es, bajo esta misma metáfora, el equivalente a agregar una segunda capa de chocolate derretido, apilar bolas de helado, inyectar el pastel con un relleno de crema y, además, espolvorear con trocitos de tocino.
Es excesivo, y no necesariamente bueno para el pastel ni para quienes lo comerán por casi dos horas.
- Checa también: Películas de tiburones asesinos
Megalodón 2 muerde más de lo que puede masticar
A pesar de sus excesos, la primera Megalodón tiene una trama sencilla: una misión de exploración queda atrapada en el fondo marino bajo una termoclina, y el rescatista Jonas Taylor (Jason Statham) debe realizar el peligroso descenso en submarino para rescatarlos. Sin embargo, una perforación en la termoclina permite que los escualos prehistóricos los sigan a la superficie, y el grupo debe luchar por sobrevivir.
Como toda secuela hollywoodense, Megalodón 2 tiene prohibido hacer lo mismo que su predecesora. Un punto válido. Sin embargo, no repetirse no necesariamente significa hacer más, que es lo que entregan el director Ben Wheatley (In the Earth) y los guionistas Jon Hoeber, Erich Hoeber y Dean Georgaris (de la Megalodón original) en esta continuación.

Para comenzar, basta con decir que la secuela también incluye un descenso al fondo marino bajo la termoclina, y acertadamente decide pasar más tiempo ahí. Hay, por supuesto, personajes que son mera carne para tiburón, pero la película invierte un tiempo considerable en introducir otros personajes e intrigas en una subtrama ambientalista que tampoco es explorada debidamente.
Llegado el final de nuestra visita al abismo submarino, ya hemos estado ahí demasiado tiempo, con más criaturas de la cuenta y un exceso de escenas de acción. La original no tenía tantas, pero su presencia aquí se debe a un factor evidente: el protagonista.
El problema es Jason Statham
Si tu actor protagonista es una reconocida estrella de acción, cuyo carisma fue uno de los elementos mejor recibidos de la primera entrega, ¿por qué no explotarlos para la secuela? Sin duda ese fue un pensamiento que debió pasar por las mentes de los guionistas, los ejecutivos del estudio (o ambos), pues las dotes de Statham como hombre de acción toman un inesperado protagonismo en Megalodón 2.
Basta decir que, luego de un breve prólogo situado en el Cenozoico, la película comienza con una secuencia de acción pensada para sacar a relucir las habilidades de Statham. Ahora, Taylor no es sólo un rescatista, sino un espía ambientalista que investiga una operación clandestina para tirar desechos radiactivos en el mar. Es descubierto y, obvio, hay peleas.
Esta no será la última vez en que el largometraje se enfocará en un combate o persecución con Statham en el centro de la acción. Esta secuela es menos Tiburón y más Jurassic World.

Y en fundamento, no es algo malo. El problema es que estas secuencias de acción no son particularmente originales, suceden en momentos que entorpecen el ritmo de la narrativa de supervivencia y, para cuando llegamos a un tercer acto que abraza de lleno el humor de su lado absurdo y caricaturesco, ya estamos demasiado cansados para disfrutarlo.
Hay, pues, buenas ideas en Megalodón 2. Sin embargo, desde el guión, la película sucumbe a la gula narrativa típica de las grandes secuelas de Hollywood, y tampoco logra ejecutarlas con originalidad. Es un paso atrás respecto a la frescura veraniega y sin pretensiones de su predecesora, y demuestra que más no siempre es mejor. Veamos si hay más, o si hasta aquí llega el potencial de las secuelas.
Megalodón 2: El gran abismo se estrena en salas de cine este 3 de agosto. Entra aquí para comprar boletos.


Lalo Ortega es crítico de cine. Ha escrito para publicaciones como EMPIRE en español, Cine PREMIERE, La Estatuilla y más. Actualmente es editor en jefe de Filmelier.

Lalo Ortega es crítico de cine. Ha escrito para publicaciones como EMPIRE en español, Cine PREMIERE, La Estatuilla y más. Actualmente es editor en jefe de Filmelier.
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