Crítica de ‘Criaturas asombrosas’: Intolerancia Crítica de ‘Criaturas asombrosas’: Intolerancia

Crítica de ‘Criaturas asombrosas’: Intolerancia

‘Criaturas asombrosas’ (‘Le Règne Animal’) es una extraña y sombría alegoría del miedo, la intolerancia y la aceptación. Checa la crítica.

Lalo Ortega   |  
19 junio, 2024 9:41 PM
- Actualizado 26 junio, 2024 12:50 PM

¿Qué separa a los seres humanos de los animales? Las respuestas varían desde las superficiales, como el pelaje, los colmillos y las escamas; a las más profundas como la conciencia, el sentido de individualidad y la capacidad de moralidad y raciocinio. Fronteras para nada arbitrarias que se desdibujan en Criaturas asombrosas (Le Règne Animal, o “El reino animal” en traducción del francés), película del cineasta francés Thomas Cailley que llega a salas de cine mexicanas este 20 de junio.

Estrenada en la sección Una cierta mirada del Festival de Cannes en 2023, conocida por programar propuestas más arriesgadas dentro del cine de género, la película rompe las fronteras entre humanos y bestias desde la fantasía, y de una forma que sin duda apela a nuestros recientes traumas pandémicos colectivos.

Publicidad

Situada en Francia, en un tiempo no definido, Criaturas asombrosas es una inclasificable mezcla entre thriller y relato fantástico con toques de terror que nos habla de un mundo afectado por una inexplicable oleada de mutaciones que, al azar, está transformando a seres humanos en animales. El adolescente Émile (Paul Kircher, de Invierno en París) y su padre, François (Romain Duris, Los tres mosqueteros) deben cambiar sus vidas y mudarse a las Landas de Gascuña, donde la madre, una mutante, podrá ser contenida y tratada por los médicos.

En realidad, las transformaciones parecen ser irreversibles, pues los médicos no encuentran cura. Hay un sentido de desesperación colectiva, y las mutaciones han dado lugar al rechazo y la discriminación. Las víctimas son llamadas, despectivamente, “bichos”. Muchas de ellas han escapado o viven escondidas, en los márgenes de las sociedades.

Es en este contexto, mientras intenta ajustarse a su nueva vida y escuela, y con el escape de un grupo de mutantes (su madre entre ellos), Émile mismo comienza a mutar. Lucha por ocultar los cambios de su cuerpo, pequeños y constantes pero inevitables: las garras que emergen bajo sus uñas, el pelaje áspero en su espalda, su sentido refinado del oído…

¿Qué separa al ser humano de los animales?

Con los seres humanos transformándose literalmente en bestias, Criaturas asombrosas plantea de manera frontal reflexiones sobre qué es lo que separa a la humanidad del resto del reino animal. Es la primera en un cúmulo de dicotomías que, para comenzar, sugieren que nuestra especie no sólo no es superior a las otras, sino que está retrocediendo en lo que sea que la define como “superior”.

Los entornos en los que Cailley construye su narrativa representan visualmente estos contrapuntos. El mundo de la civilización humana, con sus normas sociales y legales, está en constante tensión con el mundo “salvaje”.

Hay, por un lado, edificios, lenguaje, conocimientos, comportamientos aceptables (o no), normas de tránsito. Por otro lado, está la naturaleza imparcial, implacable, impulsiva, irracional e innegable, personificada tanto por los mutantes como por eventos tan mundanos como tormentas.

Criaturas asombrosas
Adèle Exarchopoulos y Romain Duris representan figuras que quieren mantener el status quo en Criaturas asombrosas (Crédito: Supra Cinema)

Es el mundo en el que Émile se adentra con su padre en busca de su madre perdida, y al que está destinado a pertenecer tarde o temprano. Criaturas asombrosas nos enfrenta aquí con otra dicotomía: la fricción ansiosa entre el deber ser y la verdadera esencia del cuerpo, que ansía la libertad de sus necesidades y placeres.

El instinto y amor paternales entran en juego para proteger al hijo de un mundo que discrimina, oprime y violenta a lo que no entiende o considera como lo “otro”. En su especie de realismo mágico, la película permite una gama de lecturas, que van desde las más evidentes como alegoría de la discriminación por género y orientación sexual, pero también hacia minorías en razón de etnia o nacionalidad.

En este último caso, Criaturas asombrosas arriesga caer en el exotismo, pero presenta reflexiones más importantes: ¿qué separa a la humanidad de las bestias, si la moral y el raciocinio son selectivos en el mejor de los casos, o esgrimidos como armas de la intolerancia y la represión en los peores?

Criaturas asombrosas es un loable esfuerzo francés

Con un presupuesto de producción estimado en 15 millones de euros (equivalentes a menos de 20 millones de dólares al momento de la redacción, que para estándares de Hollywood representan centavos), podría parecer que Criaturas asombrosas se quedaría corta en la realización visual de sus ambiciones narrativas fantásticas. No es el caso, afortunadamente.

La dirección de Cailley, sabiamente, opta por mantener a sus criaturas en números poco abundantes, ocultándolas bajo el halo de misterio ofrecido por la noche y la vegetación, y revelando sus apariencias al público sólo en momentos clave.

Criaturas asombrosas
Los personajes titulares de Criaturas asombrosas están muy bien logrados (Crédito: Supra Cinema)

El resultado son mutantes que, si bien podrían parecer salidos de la ciencia ficción más extravagante de los años 50, nunca se perciben en exceso fantásticos, ridículos ni fuera de lugar. Por el contrario, dotan a Criaturas asombrosas de la dosis exacta de extrañeza y terror palpables. Un realismo mágico con los pies más plantados en lo primero que en lo segundo.

Y con ello, la película se suma a una creciente lista de títulos como Godzilla Minus One que, con presupuestos comparativamente muy reducidos, consiguen ser mucho más interesantes –visual y temáticamente– que cualquier otra cosa que la industria hollywoodense actual tiene para ofrecer. Hace falta ver hacia otras cinematografías, sin duda.

Criaturas asombrosas llega a la cartelera mexicana el 20 de junio. Compra tus boletos para verla en cines.