Se trata del inicio de una de las franquicias de espionaje más célebres del cine, luego de las historias de James Bond. Misión: Imposible es una película con el rostro de los años 90 y ya con algunas señales de que vendría en las producciones siguientes. Aquí, Ethan Hunt (Tom Cruise, en el rol referente de su carrera) se embarca en una misión secreta que sale mal, y de un momento a otro es él quien se convierte en el principal sospechoso del asesinato de su compañero. El cineasta Brian de Palma (Caracortada) da en el tono ideal con trucos visuales interesantes, con aspecto ochentero pero espíritu noventero, a pesar de algunos tropiezos en las escenas más emocionantes –falta algo de adrenalina en algunos momentos–. Sin embargo, la actuación precisa de Tom Cruise y escenas que hoy son emblemáticas en la historia del cine (como la secuencia de Hunt descendiendo del techo de una sala de máxima seguridad), compensan los errores y los momentos exagerados de la película. Ideal para divertirse y, principalmente, para dar la patada inicial a un maratón de la franquicia.
Después de una entrega inicial que se sentía noventera, la franquicia de Misión: Imposible tomó un rumbo mucho más espectacular (y explosivo) con su segunda película. Dirigida por el hongkonés John Woo (Contra/cara), Misión: Imposible 2 es considerada por muchos el capítulo más débil de la franquicia, pues inserta una acción más desenfrenada y fantasiosa en la historia de Ethan Hunt, el agente secreto que es nuevamente llamado para liderar a su equipo e impedir que un virus mortal creado en Alemania se esparza por el mundo. Aunque Tom Cruise sigue estando bastante bien en escena (ahora con larga cabellera), no es suficiente para atenuar el tono exagerado de la producción. Lo más destacado acaba siendo Brendan Gleeson, quien brinda una profundidad inesperada a su personaje.
Después de una primera entrega nostálgica y de una segunda que se pierde entre la acción tan fantasiosa, Misión: Imposible 3 es la entrega que comienza a definir con mayor convicción el rumbo de la franquicia. Con la dirección de J.J. Abrams (quien eventualmente dirigiría Star Wars: El despertar de la Fuerza), la película comienza con Ethan Hunt (Tom Cruise) retirado para aprovechar su vida de casado con su esposa (MIchelle Monaghan). Es una producción con acción desmedida, que deja al público al filo del asiento, al tiempo que también entretiene con el suspenso que se construye entre líneas. Aquí, el elenco resulta lo más destacado, elevando a Misión: Imposible al nivel de otras producciones de acción. Además de Cruise y Monaghan, están el excepcional Philip Seymour Hoffman, Ving Rhames, Billy Crudup, Jonathan Rhys Meyers, Simon Pegg y Laurence Fishburne. Gran película.
El cuarto episodio en la saga cinematográfica de Misión: Imposible es donde comienza a construirse una narrativa que continuará en las siguientes entregas. En Protocolo fantasma (Ghost Protocol), seguimos de nuevo a Ethan Hunt (Tom Cruise) en una misión clandestina, luego de que la agencia FMI es desautorizada cuando se le incrimina por un atentado contra el Kremlin, trabajando con nuevos aliados en los que no sabe si puede confiar. Además de estas intrigas muy bien desarrolladas, Protocolo fantasma también comienza la tradición de ver a Cruise ejecutando escenas de riesgo realmente alucinantes, como la escalada del Burj Khalifa, uno de los edificios más altos del mundo. Es aquí donde la franquicia de Misión: Imposible alcanza un nuevo nivel, y sólo coloca la vara más alta con cada entrega.
En la "segunda etapa" de la franquicia, inaugurada por Protocolo fantasma, Misión: Imposible – Nación secreta (Mission: Impossible – Rogue Nation) podría parecer la menos emocionante. Lo cual no quiere decir que no lo sea en absoluto: este quinto episodio de la saga sigue a Hunt (Tom Cruise) una vez más como renegado, operando sin autorización tras el cierre de la FMI para detener al Sindicato, una organización de agentes corruptos convertidos en terroristas. Entre los puntos positivos está que Nación secreta continúa la narrativa presentada en su predecesora, e introduce a personajes clave como Ilsa Faust (Rebecca Ferguson). Imperdible, además, por ver a Cruise en sescenas de riesgo todavía más extremas.