Se nota cuando Hollywood ha llegado al fondo del barril creativo cuando, bajo la excusa del espectáculo, intenta crear franquicias de sus taquillazos más superficiales. ¿Fue Tornado (Twister) realmente una gran película? No importa: rompió la taquilla a punta de efectos especiales. Y así, como Top Gun: Maverick hace un par de años, llega Tornados (Twisters) a las salas de cine este 11 de julio.
La comparación es pertinente por varios motivos, comenzando con el involucramiento creativo de Joseph Kosinski: el director de Maverick, también responsable de otras derivaciones como TRON: El legado, proveyó la historia para Tornados (aunque la dirección quedó en manos de Lee Isaac Chung, de Minari).
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Más allá de eso, los comentarios iniciales sobre esta secuela –tanto online como escuchados por quien escribe al salir de la función de prensa– la colocan en los mismos términos que el taquillazo de Tom Cruise: un “buen blockbuster” (lo que sea que eso signifique) cargado de imágenes espectaculares que “mejoran” lo visto en sus respectivas predecesoras. Obviado queda el hecho de que Tornado y Tornados son básicamente la misma película, con el tratamiento típico de los grandes estudios de Hollywood para las secuelas: deben ser más grandes, más espectaculares. La “s” del plural es sólo el vaticinio del absurdo que el fenómeno natural del título alcanza durante el clímax.
Tornados: vueltas y más vueltas
Esta vez, sin embargo, no tenemos a Helen Hunt cazando tormentas, pero bien podría ser el mismo personaje. Ahora seguimos a Kate Cooper (Daisy Edgar-Jones, de Fresh), quien carga tanto con una prodigiosa intuición climatológica, como con una enorme culpa: de joven, durante la realización de un experimento universitario en Oklahoma para conseguir una subvención, un tornado cobró las vidas de casi todos sus amigos. Años más tarde, su amigo Javi (Anthony Ramos, Transformers: El despertar de las bestias) la saca de su trabajo de escritorio en un centro meteorológico de Nueva York, para pedir su ayuda en probar una nueva tecnología para predecir la formación de tormentas. De vuelta en Oklahoma, el equipo de científicos de Kate y Javi debe competir con el carismático youtuber Tyler Owens (Glen Powell, Con todos menos contigo), dedicados a filmar videos arriesgados en los tornados.
Sale Paxton, entra Powell, y tenemos Tornados (Crédito: Warner Bros. Pictures) Se puede intuir lo que vendrá después: escenas de los personajes al volante persiguiendo las tormentas, gritando emocionados, escupiendo diálogo expositivo para explicar lo que sucederá durante el verdadero espectáculo: las imágenes de las devastadoras ráfagas. Esto último, sí hay que decirlo, es cautivador y emocionante. Y como con todas las películas de desastres naturales, la inevitable destrucción también es espectacular, anónima, casi pornográfica. Algunos personajes se detienen a cuestionarse sobre lo que están haciendo con su trabajo, pero el guión de Mark L. Smith (La hija del pantano) sólo da algo de tiempo para que los personajes de Edgar-Jones y Powell encuentren algo de tierra común en los clichés, antes de invocar la siguiente secuencia de carrera y tornado.
Algo de calma en la tormenta
Tornados es, como se ha mencionado, prácticamente la misma película que Tornado. Si has visto la de 1996, la de 2024 brinda la misma clase de espectáculo, si acaso con efectos especiales digitales muy superiores. Sin embargo, debo admitir que sí me emocionó, y eso se debe en gran medida al elenco. La capacidad interpretativa de Daisy Edgar-Jones ha quedado más que demostrada en otras producciones infinitamente superiores, pero aquí, ella contribuye con el corazón de la película. Su rostro brilla con la alegría de una joven ilusionada y la tristeza de una mujer desilusionada y rota por la culpa, con todo lo que cabe entre ambos extremos. A lo largo de todo el metraje, ella transmite todas esas emociones de forma creíble, y siempre es fácil conectar con ella.
Después de Tornados, queremos ver a Daisy Edgar-Jones en mejores películas (Crédito: Warner Bros. Pictures) Su contrapunto, previsiblemente, no es Ramos sino Powell, quien en 2024 se ha consagrado como el más grande cínico encantador post-Robert Downey Jr. (aunque esta no es su mejor película este año). No obstante, son los personajes de Ramos y Powell juntos los que traen un interesante matiz a la trama de Tornados. Javi, como científico al servicio de una gran corporación; y Tyler, como meteorólogo convertido en youtuber, encarnan una tensión relevante de la ciencia contemporánea: su progreso es monopolizado por la avaricia corporativa, y su divulgación tiende a devenir en espectáculo trivial (si acaso es divulgación, para empezar). Tornados podría ofrecer un comentario interesante al respecto si, precisamente, no estuviese tan consternada por su propio espectáculo, que sí emociona, pero no propone nada remotamente original. Sólo encuentra su humanidad en el trabajo de su elenco, el resto es pura avaricia cinematográfica.
