Crítica de ‘Bad Boys: Hasta la muerte’: la fina mezcla de acción y comedia

Es un poco tonto tomarse en serio la franquicia Bad Boys. Creada en 1995 y dirigida inicialmente por el siempre extremoso e indulgente Michael Bay, la serie de películas ha encontrado su lugar en el terreno del absurdo, la exageración, lo burdo. Todo, en escena, es desmesurado: la acción, el estilo videoclipero filmación, la actuación del dúo de protagonistas Will Smith y Martin Lawrence, las tramas.

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Sería extraño, de hecho, sentarse a ver la nueva Bad Boys: Hasta la muerte (Bad Boys: Ride or Die) –en cines de México a partir de hoy, 6 de junio– y encontrar una trama seria, solemne. Nada de eso: aunque la exageración de la película es un poco menos evidente que en la película anterior, también dirigida por los directores Adil El Arbi y Bilall Fallah, todos los elementos citados están ahí. El caos narrativo sirve, en bandeja de plata, una película divertida, que se burla de sí misma junto con el público. Todo viene a partir de un giro en la vida de Mike Lowrey (Smith) y Marcus Burnett (Lawrence). En una conspiración que ocurre desde dentro de la policía, ellos empiezan a ser vistos como cómplices de un criminal que operó en el departamento de policía en estrecha relación con el dúo. Es entonces cuando necesitan probar la inocencia del antiguo colega y la de ellos mismos.

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Bad Boys: ¿comedia con acción o acción con comedia?

Adil y Bilall crean, a partir de esta trama, un collage en el que mezclan comedia y acción en iguales medidas. Y lo mejor: son medidas bien equilibradas, sin caer en una caricaturización casi imposible de salvar. Hay, claro, momentos del más absoluto sinsentido, como cuando un cocodrilo blanco gigante, llamado Duke, aparece en escena — pero todo funciona bien. Al fin y al cabo, Bad Boys: Hasta la muerte toma para sí todo lo que se ha hecho en la franquicia hasta ahora y lo trata como un lenguaje propio. La exageración forma parte de este universo, el caos reina. Nosotros, como espectadores, acompañamos a esos dos policías en medio del huracán entre risas y diversión. Olvidas los problemas del mundo, apagas el cerebro y te diviertes. Curiosamente, la película incluso toca algunas discusiones más interesantes, como la vida y la muerte — todo tratado con el humor típico de los personajes, claro. Pero nada que quite ese efecto de una película donde el cielo es el límite: incluso la forma en que lidiamos con el final de la vida, aquí, se convierte en una broma.

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Cabe destacar, también, cómo Adil y Bilall demuestran un mayor dominio de la forma de filmar la acción: la cámara está más agitada, pero ellos saben cómo y dónde posicionarla. Una escena en específico juega con la estética de los videojuegos de primera persona, colocando al espectador en la visión del personaje de Will Smith — la forma en que fue grabada hasta se volvió viral en redes. Es divertida, audaz, rozando lo fantástico. Bad Boys: Hasta la muerte, así, es una buena sorpresa. No esperes discusiones existenciales de Bergman, la acción de Mann, las calles de Scorsese. Es una película comercial y que tiene como su principal atractivo no esconderse de ello: se ríe de sí misma, de su exageración, de su banalidad. Y, al final, gana puntos por eso en tiempos en que las películas, a veces, se toman a sí mismas demasiado en serio.

Bad Boys: Hasta la muerte ya está en cartelera. Compra tus boletos para verla en cines.

Publicado primero en la edición brasileña de Filmelier News.